Tuesday, October 12, 2010

Entrevista a DANIELA DE ANGELIS




¿Qué es para usted la poesía?

Para definir la poesía voy a valerme de lo bellamente expresado por el Maestro Heidegger: la poesía es “el ocaso del lenguaje” -no la instauración de una condición donde no hay más lenguaje- sino que constituye el continuo y siempre renovado embestir del lenguaje contra sus propios límites extremos, donde naufraga en el silencio. La poesía es aquello que acaece en toda su permanencia. Y nos habita.

¿Podría usted contarnos un poco de su vida, de sus obras publicadas, sus premios, su actividad literaria?

Hay una característica en mí que se ha afincado, y es la falta de solemnidad. Por ello esbocé una suerte de “Currículum mortis” en el que pude forjarme desde la construcción de lo colateral, lo que subyace, lo que no se ve, pero no obstante, Es. El humor y la ironía constituyen, para mí, recursos a los que apelo. Siempre es bueno reír de sí mismos. Reír como en la infancia. Y jugar.

CURRÍCULUM MORTIS
Nacida en un lunes de noche tormentosa, el 23 de marzo de 1970, a las 22.20.
Hija única -no se lea exclusiva ni excluyente- de Vilma Pacilio y de Antonio De Angelis.
Sin nombre elegido al momento de nacer, pues la partera protefizaba la llegada del futuro centro foward de Aprendices Casildenses.
Nieta de Roque Pacilio, artesano, inventor, hojalatero, lector, contador de historias en las siestas, amador de los gallos, el "muchacho más lindo del pueblo" -según la Nona Elena-.
Sobrina-Hermana de Quito Pacilio, Ángel desdentado cuya mente se astilló apenas parido –ciertamente, al leer lo aquí expuesto, los freudianos se sentirían tentados como frente a un gran banquete. Quien aquí (se) expone, prefiere el Banquete de Severo Arcángelo-. Su rayuela de cielo cesó en julio de 1981, cuando se despobló la infancia y hubo sismos.
Adolescente triste, quizás melancólica –Ahh!, nuevamente los freudianos disputándose el paisaje!!-, solitaria, ex – céntrica –por favor, léase bien: nada de matices exóticos en la palabra!-, rebelde no revelada -nunca rebelde way!-, casi-hippie –la contemporaneidad jamás estuvo de su lado!-; entrevistadora de Lisandro Viale –“...PI. PI, PI, Partido Intransigente, si te sentís rebelde, votale a Oscar Alende!...” rezaban los cantitos, allá, por el ’83, a sus 13 y pico-, reportera de Fabio Zerpa –y no tenía razón: no había marcianos entre la gente casildense: hubiera sido maravillosa la abducción!- Cabe realizar una proyección histórica que alterará por un un instante el orden cronológico que se intenta preservar, ya que este antecedente periodístico, esta suerte de incursión marcaría, muchos años más tarde, su historia: en una mesa de café, durante tres deliciosas centurias, pudo entrevistar al Maestro Fontanarrosa, quien no logró, a pesar de sus encantos, convencer a la susodicha para que volviera canalla a su hijo, ya Leproso desde el vientre-.
Fue electa Presidente del Centro de Estudiantes de su escuela secundaria -no obstante, fue censurado: al entonces director le encantaban las Marchas, mas no la Marchita!-; “Defensora de pobres” según la traducción que el prof. de Matemática Financiera hizo de su test vocacional –debe considerarse que por aquel tiempo, los tutores sólo se empleaban para las plantas, sobre todo, las torcidas-; atleta –se dedicó al Atletismo desde niña, al salto en largo –a pesar de su estatura: entre 1.60 y 1.64-, al Voley –la estatura, nuevamente, no fue obstáculo-, a Pelota al cesto –un deporte que, hasta hoy, continúa siendo un enigma para las propias jugadoras y el público masculino juvenil-, Natación –nunca logró aprender ni deslizarse en el estilo mariposa-, Sipalki-Do –aunque las tortugas ninjas no aparecían aún en la tele-; recolectora de figuritas de Sarah Kay –pseudo-indicio del Romanticismo de V. Hugo, según lo supo más tarde leyendo un ensayo de Ariel Dorfman-; lectora; descubridora de lugares inéditos para la escritura catártica y, ya asumida su Negritud, se graduó en 1987 de Perito Mercantil en el Nacional –primera condena kafkiana!- no sin antes rasurarse la ondulante cabellera –los skinheads gozarán jamás de su simpatía-.
Le propusieron matrimonio a temprana edad, y aceptó. Y se arrepintió 15 días antes de la boda, dejando al vestido en el perchero y al novio -libre de culpa y cargo y crimen-.
Militó sin demagogia, sin privilegios y cantó y recorrió la calle céntrica de la ciudad –invadiendo con fervor la consabida “vuelta del perro” que aún persiste- con el grito, junto a los muchachos de la Unidad Básica y los bombos -para luego sentir la decepción y la bronca y la impotencia- el triunfo de alguien que se dijo caudillo –crucen dedos, invoquen a los dioses del Olimpo, impregnen con sal los umbrales: es inmortal como Highlander, aunque ya enmohecido!-.
Durante la militancia, le ofrecieron formar parte de Cámara Junior, pero ella ya se declaraba leal a La Lepra rosarina. Tampoco aceptó ser parte del Club Leo, porque para ella los leones sólo deben estarse en las selvas.
Trabajó como vendedora de ropa femenina, de zapatos y de botones –nunca distinguió la sutil diferencia entre un camisero y un camisolero y las ventas, ciertamente, declinaron-; se opuso a realizar un curso sobre “Moños para regalos, Comunión y Afines”, pero finalmente asistió a desgano puesto que los moños son cosa seria.
Se desempeñó en la Biblioteca Popular y en dos farmacias detrás de los mostradores, como personal de limpieza. En los archivos de esa biblioteca dialogó con Asturias, Heidegger, con el Maestro Vallejo, pero no logró amistarse con Coelho.
Intentó dar vida -en el patio de atrás de su casa- a una huerta, pero las hormigas se confabularon –allí comprendió a Horacio Quiroga y su rabia espesa frente al naranjal devorado-; partió hacia Rosario –su lugar en el mundo- y fue Presidente del Centro de Estudiantes en el Profesorado –sin por ello adherir a la visión cíclica de la Historia que algunos teóricos se empeñan en sostener-.
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(En este breve espacio, el relato de la novela familiar se interrumpe, puesto que los lectores pueden subvertirla a su soberano antojo y empeño lúdico. Y es que los lectores siempre completan al texto.)

Se nació nuevamente un 6 de abril de 1999, cuando su hijo Estanislao le ofrendó el nacimiento.

Estanislao y yo, un día antes de NacerNos
Dejó de fumar durante dos años. Como conversa, no volviose insoportable -según confirmaron fuentes extraoficiales no provenientes de Clarín o La Nación-. Retomó el tabaco y la bicicleta. Se mantuvo fiel a algunas convicciones y fue infiel a la estupidez, a la soberbia y a la moda -también a las clases de patín, las tareas escolares de matemática y las cucarachas-. Persistió en la lealtad -consigo misma, que es lealtad-al-Otro-, la palabra de honor, los caleidoscopios y el eclecticismo. También en los helados.
No cree en los horóscopos ni en las solemnidades. Tampoco, en la santidad sin lodo. No asiste a velorios ni a las fiestas quinceañeras. No posee tarjeta de crédito -el lavarropas automático y el coche no son su utopía-.
Fue rubia, pelirroja y casi morocha -el peluquero del barrio se negó a realizarle tal procedimiento capilar-. Fue su propio juez. Fue su voz grave -lo que le valió la expulsión del Coro de Niños en la Escuela Primaria-. Es su lenguaje.
Junto a Adán Buenosayres, agonizó y se encebolló frente al Cristo de las Manos Rotas: como “...Niña-que-ya-no-puede-suceder...”, como "...Aquella"...
Murió muchas vidas. Vivió muchas muertes.
No fue atravesada hasta que “...un Nombre... ...Ala de la Paloma... ...Flor sin otoño... ...Rosa evadida de la Muerte..”, la leyó de pies a cabeza, de cara al cielo, de entrañas, sesos y alma. La encendió de belleza doliente. "...De Esplendor y Esplendente..." La bautizó "...Su Destinada..."
Y volvió a EnViDarse, porque como lectora apasionada de Don Leopoldo y por Existencialista, Siente, luego, Existe , y afanosamente Cree -sin la contingencia del ver- que “...Hay un día en que la sed del hombre da con el agua justa, y el exacto manantial...”

En verdad, más allá de las publicaciones, los trabajos y la actividad escritural –que aparecen en la biografía publicada en este espacio lúcida y solidariamente creado por Vos, Gustavo-, me gusta pensarme en tanto aprendiz… Obstinadamente, aprendiz… Soy mi lenguaje. Y Creo sin Ver.

¿Cuándo empezó a escribir? ¿Por qué?

Mi primer poema fue dedicado a mi mamá y lo escribí en la escuela, en primer grado. Aún lo conservo: ¡era sumamente barroco en su enunciación! Mas se pronunció en mí la necesidad imperiosa de la escritura, al tiempo que me adentraba en la lectura de textos maravillosos. Nunca cesé de hacerlo.

¿Cómo definiría a su poesía?

Si debiera hallar un calificativo, la llamaría doliente, humana, existencialista. Mas creo que corresponde a los lectores la osadía –o la aventura- de relatarla.

¿Qué autores influyeron en su poética?

César Vallejo, Roland Barthes, Olga Orozco, Alberto Girri y Aldo Oliva, entre otros. Uno siempre cuenta con nombres faros y ese trasvase es constante, una suerte de continuum que se recrea, se re-construye, se extiende oceánicamente.

¿Cuál es el fin que le gustaría lograr con su poética?

Nombrar al mundo, al Otro, para Serme, para seguir Siendo: “Para ser yo he de ser otro/ salir de mí/ buscarme entre los otros/ los otros que no son si yo no existo/ los otros que me dan plena existencia” –O. Paz-.

¿Qué poema elegiría usted si tiene que optar por uno en especial? ¿Por qué?

Elegiría, sin dudas, cualquier poema del Maestro Vallejo, por ejemplo, Un hombre pasa con un pan al hombro. Porque ese poema amalgama la condición humana en toda su estela doliente, su cauce y su desguase existencial.

¿Cómo ha cambiado su lenguaje poético a lo largo de los años?

Mucho, puesto que creo, todos quienes escribimos, en el comienzo nos sentimos más influenciados en términos de mimesis con algunos autores. Luego sobreviene el trabajo consciente, sudado, furiosamente apasionado sobre la propia escritura. Y en lugar del artificio, comienza a vislumbrarse el artefacto. Y sus resonancias.

¿Para usted se nace o se hace escritor?

No se trata de una cuestión mágica o divina, ni tampoco de recetas. En verdad creo que constituye un trabajo permanente que, al mismo tiempo, exige de un profundo compromiso, nunca acabado: “la responsabilidad del arte”, según Bajtín. No creo en la figura del “poeta médium” forjada por Cortázar, en contraposición con la del “escritor profesional”. Hay, sí, en el poeta, la experiencia vital que impulsa a la palabra, la tensa, la liberta, la exhorta, la convida.

¿Qué consejos le daría a un joven escritor/escritora que se inicia en este bello camino de la PALABRA?

Leer, leer, leer… Tal como lo expresó Jorge Larrosa:
“…Como sólo podemos escribir repitiendo y transformando lo que hemos leído, contestaré parafraseando a Maeterlinnk. Escribir (y leer) es como sumergirse en un abismo en el que creemos haber descubierto objetos maravillosos. Cuando volvemos a la superficie sólo traemos piedras comunes y trozos de vidrio y algo así como una inquietud nueva en la mirada. Lo escrito (y lo leído) no es sino la traza visible y siempre decepcionante de una aventura que, al fin, se ha revelado imposible. Y sin embargo hemos vuelto transformados. Nuestros ojos han aprendido una nueva insatisfacción y no se acostumbran ya a la falta de brillo y de misterio de lo que se nos ofrece a la luz del día. Pero algo en nuestro pecho nos dice que, en la profundidad, aún relumbra, inmutable y desconocido, el tesoro…”

¿Cómo ve usted actualmente la industria editorial?

Nos hallamos replegados en una especie de ciudadanía consumidora. Y es que el concepto de ciudadano se ha desplazado vertiginosamente hacia el de consumidores, dado que es en el consumo donde se ejerce y construye la ciudadanía actual. La anorexia identataria –entendida ésta como lugar de crisis y disolución de las identidades- reposa en “la hibridación tranquilizadora (...) Esa hibridación intenta una climatización monológica y también busca el olvido de las diferencias que no se dejan disolver (...) La hibridación se puede concebir como la identidad construida a través de una negociación de la diferencia”, nos aporta García Canclini.
“Bestsellerismo triunfante”, llamaba Roa Bastos a la industria editorial actual. Creo que esta modernidad tardía que nos atraviesa, opera de un modo brutal: impone y excluye, fragmenta y desesperanza. Pero afortunadamente, todo sistema posee sus intersticios. Por ello, resulta fundante, urgente y vital que se entretejan redes solidarias entre los escritores y los lectores, para socavar tanta hilaridad mercantilista.

Si tuviera que recomendar un libro de poesía, prosa, cuento, novela, etc., ¿cuáles recomendaría?

Leerlo todo. Con avidez, con ardor, desde el goce. Devorar los textos. Volvernos omnívoros.
Es una pregunta difícil, ya que es de infinitud la lista –o bien podría llamarla “la biblioteca”- cuyos textos son ineludibles, esenciales. Ensayaré sólo unos pocos: Poemas humanos, de César Vallejo; la poesía de Aldo Oliva y la de Hugo Mujica; Adán Buenosayres, de Leopoldo Marechal; Hombres de maíz, de Miguel Ángel Asturias; Las ciudades invisibles, de Ítalo Calvino; El proceso, de Franz Kafka; Ficciones, de Jorge Luis Borges; Fragmentos de un discurso amoroso, de Roland Barthes, las crónicas de Pedro Lemebel y Elena Poniatowska. Es importante aclarar que sólo me limité a mencionar algunos ejemplos de la infinitud de autores y textos que se adentran en mí, y acaecen…

¿Qué opina de las nuevas formas de difusión de la palabra, ya sea en páginas de Internet, foros literarios cibernéticos, revistas virtuales, ñusleter, blogs, etc.?

El planteamiento de Roger Chartier en ¿Muerte o transfiguración del lector? acerca de las diferencias cristalizadas en relación con la aparición de la escritura desde la Edad Media hasta la actualidad, nos obliga a situarnos frente a nuevos interrogantes: ¿se atiende, desde la escuela, a esas diferencias o se continúa con una concepción primitiva de la lectura?; ¿brinda, aún a la elite, las posibilidades de leer y escribir ya no tal como se hacía en el siglo pasado?; ¿cómo traducir, en la lectura y en la escritura, esa ciudadanía compleja, encarnada, conflictiva, contingente e incompleta?
En primer lugar, resulta fundamental reconocer a la globalización en tanto una narrativa y no como mero proceso. Entre las identidades culturales y lo global, Canclini observa la presencia de “nuevos espacios de intermediación cultural y política” y propone considerar a la globalización como “un conjunto de procesos, de homogeneización y, a la vez, de fraccionamiento articulado del mundo, que reordena las diferencias y las desigualdades sin suprimirlas”.
Por ello, y tal como este autor propone, es imperioso descubrir lo que él denomina “nuevos espacios de intermediación cultural y política” . Debe apuntarse, pues, a que “el futuro de la globalización lo decidan ciudadanos multiculturales (...) Necesitamos reelaborar esa perspectiva comunitaria en las condiciones de la ciudad moderna”. Se hace urgente, pues, transformar la relación existente entre identidad-ciudadanía a través de una construcción narrativa de estas nociones que, a su vez, implique hablar de ellas como significado; una nueva construcción narrativa que sólo puede ser defendida desde la praxis permanente y que, además, debe conquistarse incesantemente en la celebración de las diferencias.
Creo que debemos ser lúcidos, y apropiarnos de estos códigos otros. Las nuevas tecnologías avasallan, pero al mismo tiempo, posibilitan un montaje diferente de la palabra, de su circulación… Pienso que resulta interesante la idea del topo, la estrategia del topo: socavar, socavar, socavar para salir a la superficie, y estallar.

Por último ¿quiere usted agregar algo?

Mi agradecimiento profundo, inacabable y franco a Vos, Gustavo, por la creación de este espacio de resistencia desde la poesía. Mis gracias a cada uno de los lectores, a todos los compañeros que aquí se pronuncian desde la certeza ineludible de la palabra poética, a Estanislao, mi hijo y el único lazo sanguíneo existencial que me atraviesa y a Hugo, el Amor de Mi Vida, Mi Compañero.

DANIELA DE ANGELIS

Sunday, October 10, 2010

Entrevista a SUSANA SZWARC


¿Qué es para usted la poesía?

Pregunta inquietante como la poesía misma. Sí, la poesía inquieta. Es – la poesía- esa otra cosa que se hace con la misma herramienta comunicacional. Las mismas palabras que se usan en un horrible noticiero, o que usan las multinacionales, son las que aparecen en la poesía. Y, sin embargo, eso mismo NO ES LO MISMO.
¿Es un estirar el mundo? ¿Es lugar de comunión? Dos , tres, leyendo un poema y conmovidos por el mismo, crean una unión, una relación, un jadeo único. ¿Es conmoción? La poesía hace del lenguaje un tesoro. Podríamos decir también que es una piedra pero no dura, sino que hace lugar, una piedra como para desplegarnos, llorar, reír.
Es una aventura –la poesía- capaz de mover las cimientes hasta el surgimiento de “otro modo de ser”.

¿Podría usted contarnos un poco de su vida, de sus obras publicadas, sus premios, su actividad literaria?

Nací en Quitilipi, Chaco. De padres llegados de campos de concentración. Viví sola desde los 9 años en la “Capital” . (Esto, me pregunto ahora, ¿no tendría que haberme convertido en una persona “fuerte”, pero no, me convirtió en lectora. Decían los padres: “si leés, tendrás tu casa adentro…por si te llevan al campo”. Y no se trataba de un campito sojero.

Me gustaba de niña formar en fila a los sifones y leerles poemas. Salir en bicicleta y leerles a los pájaros (¿escucharían?, porque volaban)
En el pueblo aparecían libros raros, además de corín tellado, un Anábasis de S.J.Perse, El proceso de Kafka, un Romeo y Julieta. Leía entreverado y creo que algo “me llegaba” con una comprensión “mejor” que la actual.
Escribía seguido (esto no quiere decir que siempre valioso, tiraba casi todo) No me era sencillo acceder a los núcleos literarios. La timidez, el no conocer gente que se dedicara a lo mismo, el sentirme “un poco niña de la calle”, el usar palabras que producían burla en “la capital”, etc. no evitó que escribiera pero sí que no tuviera un círculo “de lo mismo”.
Sin embargo me animé a ir a editoriales, a ser algo soberbia (sin darme cuenta). Por ej. Beatriz Guido en edit. Losada, quería que cambiara un comienzo de un cuento. Me negué , no volví. (Errores juveniles)
Después “la poesía me tomó”. No se sabe cómo “eso” empieza a hablar en una y de pronto se hace el “trabajo muscular” de aceptar las frases, anotarlas. Por supuesto, dada la materia, el inmenso trabajo de corregir, revisar, hacer un montaje.
Escribí narrativa (El artista del sueño, Trenzas, El azar cruje, Una felicidad liviana); poesía: En lo separado, Bailen las estepas, Bárbara dice, Aves de paso y tengo un libro inédito pero no me decido con el título. Siempre pido ayuda con el título, molesto a un montón de gente y después el nombre aparece (como porque sí). Otras viene antes, como En una felicidad liviana.
Salí en antologías, me tradujeron poemas en varios idiomas y como raro en Chino-mandarín.
Tuve premios en poesía y narrativa de La unesco; por la novela Trenzas: el subsidio Antorchas y también premio Regional ; Premio Inicación Secret. Cultura Nación por En lo separado; Premio único municipal por Bailen las estepas. Mención en cuento internacional Julio Cortázar y algunos otros.
También saqué cuentos para chicos (aunque creo que son aptos para todo público). Había una vez un circo, Había una vez una gota (que tuvo premio); hace poquito “Tres gatos locos” que lo eligieron para presentarlo en la feria de Frankfurt. (y salió en el Chaco).
Ah! y obras de teatro, ahora estoy con una empantanada. Pero tal vez todo sea poesía.

¿Cuándo empezó a escribir? ¿por qué?

Creo que todos escribimos. O garabateamos. Ya de niña me gustaba escribir, me gustaba el dibujo que hacían las letras. Leer-escribir en las veredas de Quitilipi, bajo la sombra del paraíso (árbol), comiendo sandías. Supongo que después, en la soledad de Buenos Aires, escribir produciría un efecto de “otro”. Escribía cartas (para existir) y leía.
Pasaron los años y un deseo súbito de anotar en cuadernos y pasar a la máquina los textos, configuraron un posible libro. Y así fue. Creo que no se sabe mucho del por qué. Sucede. Acontece. Y después se sigue. Algo se quiere decir. Pero: ¿a quién?
Me sigue pareciendo una de las cosas más interesantes. Aunque a veces “eso” que nos habla, el lenguaje, hace silencio o no lo escuchamos.

¿Cómo definiría a su poesía?


Tendría que buscar lo que dicen algunos críticos. Pero habría en mi poesía zonas surrealistas, zonas intimistas, zonas objetivistas. Y uso la ironía, una especie de humor aún en lo más trágico (Como en el poema “Rondas” donde hay un recuerdo del horror, “del éter” (el gas) y sin embargo se dice “qué suerte si hay piernas para el dolor”.
Sí podría decir que ese “cómo escribir después de Aushwitz”, que pronunció Adorno, no se hizo realidad. Se siguió escribiendo. Segui escribiendo. Y siguieron los “campos” también.
Creo que soportamos lo absurdo de la existencia y alguna “fuerza” nos empuja a algunos a poetizar. Andamos con la piedra (de Sísifo) a cuestas, y aún así: los momentos dichosos.
Cuando me parece lograr una frase, siento dicha. Después me olvido, me desespero hasta una nueva frase. Y creo que esa dicha se comparte. Por ejemplo, cuando leo a Celan y sufro ante lo que dice, también siento felicidad por cómo lo dice. Por eso nuevo que pone en el mundo.

¿Qué autores influyeron en su poética?

Leí de niña a S.John Perse, me fascinaba. En la escuela me leían poemas de Borges y también. Cuando daba clases en Villa América, en Rafael Castillo (pcia. de Bs.As.), leía a mis alumnos de sexto y séptimo a Juan L. Ortiz y sentíamos la dicha (de ese encuentro, de esa comunión). Me gusta muchísimo lo que logra Alejandro Schmidt (me gusta releerlo) , y muchos contemporáneos. Me “tocan” José Kózer, Adelia Prado, Reina María Rodríguez.
Y supongo que la lectura en prosa también me ha influenciado, por ej. Kafka, Kawabata, Rulfo, Marguerite Yourcenar, entre tantos otros.
(Y leo a los poetas cercanos, los que aparecen en su página de poesía, y muchos otros. Muchas veces, algo de lo que ellos dicen me alimenta, me hace escribir)

¿Cuál es el fin que le gustaría lograr con su poética?

No creo en lo que se llama “comunicación”, no creo en lo “pedagógico”.

Sí me gustaría que alguna frase de algún poema (como si fuera una frase musical), le llegue al otro de tal modo, que sea una especie de pasaje. Y le posibilite alguna “comprensión” , que va junto con la conmoción, creo.
Un “darse cuenta” de que las cosas tienen la posibilidad de ser, tantas veces, de otra manera.

¿Qué poema elegiría usted si tiene que optar por uno en especial? ¿Por qué?

¿Algún poema de otro o uno propio? Si fuera de otro, eligiría hoy “Desocupado” de Carver. Y tal vez mañana, otro.
Si uno mío: ¿Sonreía?, y varios otros.
Es muy difícil elegir “uno”. Doy talleres de escritura y muchos textos “nos” hablan.

¿Cómo ha cambiado su lenguaje poético a lo largo de los años?

¿Habrá cambiado? Tal vez, sí. En los nuevos creo ser “menos solemne”, tener “más humor”. Sin embargo hay poemas del comienzo que me parecen mejor que algunos actuales. No creo que haya “un progreso” en el arte. Sí, hay modificaciones. Y creo que se produce un alejamiento cuando algo ya fue escrito: ¿yo escribí esto?, una se pregunta hasta que se encuentra (o no). Además hay ciertos significantes que insisten y también variaciones.

¿Para usted se nace o se hace escritor?

Creo que siempre se hace. Puede nacerse con talento (no sé muy bien qué es eso), pero si no se llevan las cosas al papel, no hay escritura. Se trata de un hacer.
Aunque se podría decir que a veces se está “en estado de escritura” por períodos largos, sin las anotaciones. Pero tiene que haber “algo puesto sobre las hojas”. Y después se verá de qué escritura se trata.

¿Qué consejos le daría a un joven escritor/escritora que se inicia en este bello camino de la PALABRA?

Que escriba y que lea. Que lea y escriba. Que la escritura sólo se hace escribiendo.

¿Cómo ve usted actualmente la industria editorial?

Para la poesía siempre es un enigma. Por suerte, siguen saliendo libros de poesía. Y de alguna manera los editores de poesía, son héroes. O sub-héroes (lo digo como valorización mayor)

Si tuviera que recomendar un libro de poesía, prosa, cuento, novela etc ¿Cuáles recomendaría?

Poesía: Recomendaría autores: César Vallejo, Paul Celan, la Szymborska. (y muhos más)
Narrativa: Tony Morrison, John Berger ; Marguerite Duras (y muchos más)

¿Qué opina de las nuevas formas de difusión de la palabra, ya sea en páginas de Internet, foros literarios cibernéticos, revistas virtuales, ñusleter, blogs etc?

Creo que todo lo que sirva para la difusión de la palabra. es valioso. Además se leerá a través de los medios cibernéticos, pero está hecho con el esfuerzo de personas.

Por último ¿Quiere usted agregar algo?

Agradecerle su hacer


Susana Szwarc